¿SE ESTÁ PONIENDO FEA LA CIUDAD BONITA?
Conocí la “Ciudad Bonita” también con el apelativo de la “Ciudad
de los Parques” por allá el año de 1986, cuando hacia hacía parte de uno de los
clubes Rotaract (Rotarios juveniles) en Medellín y se llevó a cabo en esta ciudad una convención de clubes Rotaract. Me refiero a Bucaramanga,
ciudad que entró a ser parte en mi proyecto de vida para disfrutar del uso del
buen retiro y terminar mi trasegar en esta dimensión, porque en aquella época
podría decirse que la ciudad tenía las características de lo que hoy se denomina
ser una Slow City.
La Divina Providencia o las “Diosidencias” me pusieron en el
camino en el año 1996 a una bumanguesa de pura cepa, con quién llevo felizmente
casado 25 años y por esas cosas del destino o tal vez, lo que el Secreto nos
dice, que los deseos hay que contarlos para que las energías cósmicas confluyan
y se nos den, hace seis años me radiqué en esta bella ciudad, porque así lo
sigue siendo y que me ha acogido bien haciéndome sentir como si estuviese radicado
en mi ciudad natal, a tal punto, que como me cuentan, Medellín está despintada
por pinturita, al punto que no dan ganas de ponerla en proyecto para un posible
retorno.
De esa ciudad que conocí hace 37 años y que luego visitábamos
con frecuencia a la familia de mi esposa, era digna de sus dos apelativos, una
ciudad ordenada, sus habitantes la respetaban, se sentía la autoridad, los parques
se mantenían como un bizcocho bien decorado, era segura, era una ciudad que el
grueso de su población estaba conformada por gente de clase media trabajadora y
como decimos en Antioquia “echada pa’delante”, pero con un aliciente, en la
ciudad no se veía la mendicidad en las calles, como se da en otras latitudes
colombianas y que hoy hace parte del “paisaje” de la ciudad.
Obviamente las dinámicas sociales, culturales y económicas
inciden para la transformación territorial, muy pocas ciudades capitales se
quedan como una foto de postal, pero esas dinámicas de cambio deben ser planeadas
y controladas con un ejercicio tecno-político entre la administración pública en
alianza con el sector privado y las organizaciones cívico sociales para fortalecer
la civilidad, entendiéndose por esta como lo indica la página web Valores (https://valores.mx/valor/civilidad)
: “tiene que ver con la cortesía, el respeto y el cumplimiento de las normas
establecidas por la sociedad, para favorecer la convivencia y la participación
de todas las personas.” Y justamente esta era uno de esos diferenciadores
estratégicos que tenía Bucaramanga, pero que se ha ido diluyendo en los últimos
años, desde cuando la misma dirigencia se “auto-otorgó” una patente de corso para
violentar al otro, abrir las puertas de la corrupción, alimentar las rencillas
politiqueras y en vez de trabajar por el “bien-estar” colectivo pareciese que
el individualismo fuese la brújula en la Ciudad de los Parques.
Ante lo anterior la sociedad civil sintió que podría seguir
el mismo ejemplo e infortunadamente, en lo que llevo viviendo en esta ciudad no
se ha visto una campaña seria, planeada y sistemática de cultura ciudadana, que
vuelva a llevar a esta bella ciudad a ser una municipalidad culta, respetuosa
del uno por el otro, del espacio y las vías públicas, a ser segura y ordenada. En
otras palabras, ser reconocida por su civilidad.
Estamos equivocados
cuando pensamos que la cultura ciudadana es organizar festivales en calles, parques
y estadios, eso es importante pero no lo fundamental, porque sí así fuese, podríamos
parodiar a Marx cuando dijo que “la religión es opio para el pueblo”, y
expresar “la rumba callejera es opio para el pueblo”.
Por ejemplo, cuadra “play”, que no tiene nada que ver
con lo que significa ese vocablo en el argot popular para cuando algo es
chévere, bacano, sabroso. Ese sitio de esparcimiento sigue siendo para los
vecinos del barrio Cabecera “cuadra picha”, la bulla y la buya, el desorden ciudadano, la
falta de autoridad y seguridad en la zona son el pan de cada día. Como se dice en
el adagio popular ese sector se salió de madre y no hay quien le ponga el
cascabel al gato. Y eso sí que afea la ciudad.
Recuperar la ciudad no es solo obligación de la administración municipal es un compromiso de todos, pero la línea sí la deben dar desde allá y buscar el concurso de las organizaciones sociales, económicas, culturales y educativas para que Bucaramanga no pierda el apelativo de “Ciudad Bonita”.
Lázaro Tobón Vallejo
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